Presidente de la SNHGE 1996-1997

Las mañanas de cada domingo, los aromas de las papitas con chorizo despertaban a la familia de aquella casona de la colonia Villa Mitras, al poniente de Monterrey. El profesor fue también experto para menesteres gastronómicos, tanto que, fácil, enriqueció la variedad del platillo con más de una docena de guisos. El principal ingrediente, sin embargo, no está en la patata, sino en el amor con que está sazonando.

Sí, el amor. El amor. El principal valor con que creció y con el que construyó su estirpe y su obra. "

"Esos días y todo los días de la vida de mi madre (por ejemplo), fueron iguales... Fueron días de amor (...) Los últimos días de mi madre siguieron siendo días de amor al prójimo y de buena voluntad en todo; así nos formó y así nos encaminó, por eso, el último día entre la agonía del viernes y del sábado fue el momento en que empezó para nosotros una nueva vida. El último día, la agonía y la muerte, nos encendió la fortaleza durante la nueva luz para vivir”.

Hijo cuarto de diez hermanos procreados por don Celso Garza Ríos y doña Josefina Guajardo Mireles, Celso Garza Guajardo nació el 13 mayo de 1943 en Sabinas Hidalgo, Nuevo León. "

"Sucede que nací en un pueblo que ya existía... Sabinas era mi universo y desde ahí vi siempre a las estrellas. Todas eran mías. Recorrí Nuevo León y los límites de sus 51 municipios sobre un mapa en el pizarrón y en un viejo libro de un globo terráqueo y cinco mapas continentales, me aprendí los lagos y los mares, y sabía ubicar el Everest, el Rhin, Buenos Aires, Italia, Magnolia... en el quieto reloj de aquel pueblo comprendí la historia de Atenas, de Roma, de Babilonia, de Egipto y de la India. Era un mundo que giraba desde mi pueblo y todo lo que estaba más allá de los cerros y del horizonte era tan sólo el resto de cosas por aprender”.

En Sabinas Hidalgo, Celso Garza Guajardo estudió primaria, secundara y educación normal, en sesiones en las que aparece la figura magistral de don Francisco J. Montemayor, el profesor Panchito, personaje que ha reivindicado a tal grado que hasta el mismísimo Israel Cavazos, el Cronista de Monterrey, lo reconoce como “heredero espiritual del nunca olvidado maestro Francisco J. Montemayor”. En Sabinas Hidalgo, pues, Celso Garza Guajardo trabajó desde niño. Primero como bolero, luego como empleado y repartidor de tienda, y más tarde como maestro; de hecho sus primeras prácticas las realizó en la famosa Hacienda Larraldeña. Las inquietudes juveniles propias de su generación, formada en la turbulenta década de los sesenta y de constante visión humanística en estos años noventa, le motivaron una activa participación política revolucionaria dentro de la Juventud Comunista Mexicana y en el Partido Comunista Mexicano, llegando a ocupar un lugar en el comité ejecutivo nacional al grado tal que fue el miembro más joven de la cofradía, mientras que el más veterano era el célebre pintor y muralista mexicano David Alfaro Siqueiros. Incluso también, Celso Garza Guajardo fue candidato a Senador por Nuevo León, por el extinto PCM, en los años sesenta.

Con tanta energía y entusiasmo, sueños y utopías enfundadas en pantalones de mezclilla con los que duraba puesto hasta una semana, Celso Garza Guajardo recorrió México por muchos años y viajó incansablemente por muchas naciones. Nomás siete veces cruzó el Atlántico, algunas en formas clandestinas, para cumplir con las misiones del partido comunista mexicano. "

"Me salí del pueblo, marché a corroborar nombres y lugares de ciudades, de países, de continentes y de mares. Por más de diez años me lancé a la aventura de constatar ilusiones con los hechos y de ver a la humanidad en toda su dimensión. Ese resto del mundo en el que anduve me dio muchas experiencias pero nunca pude hacerlo mío a fin de cuentas. Al cabo de muchos tropiezos y descalabros, me di cuenta que el único mundo original con que contaba era aquel que había dejado tras de los cerros... aquel mundo desde donde se veía el horizonte sin que él me viera a mí. Pero para entonces el tiempo había pasado, yo era otro y el mismo a la vez: era el que pudo haberse quedado en el pueblo para siempre, entendiendo el resto del mundo desde un solo lugar o el que salió para luego volver y decir, sin que nadie te escuchara: “Ya volví... lo que está más allá es bueno, pero lo que está aquí es mejor”.

Volvió, pues, un día. Regresó a su pueblo con una carga de ideales con los que se había comprometido en los hechos. Fue entonces cuando la necesidad de expresarse encontró en la crónica un acicate para involucrarse en el estudio del pasado y en la reflexión del presente, comprendiendo que la historia sirve para unir, no para dividir. "

"Nunca me retiré de la política, sencillamente me pasé a la línea paralela de la historia. La política, cuando es de entrega absoluta puede forjar bases de disciplina y templar mejor el carácter... la historia, en cambio, descubre los veneros inagotables de la vida que del pasado fluyen para ser mejores”.

Celso Garza Guajardo inició entonces en 1973 una ficha bibliográfica que alcanza los ochenta títulos, iniciados con un estudio sobre la normal sabinense “Pablo Livas” hasta la actualidad con la segunda edición de Memorias de Cocina, Crónicas de Aromas y Sabores, considerando libros clave de su autoría como El Real Santiago de Sabinas 1693-1829 (1974), La crónica de una ciudad como Sabinas Hidalgo (1983), De Cronista a Cronista (1986), Calzada Madero, ¿quién te quiere? (1983), La Alameda. Un Sueño de Monterrey (1986), textos para la Historia de Nuevo León en tres tomos (1989), Historia de la Frontera Norte de Nuevo León (1991) y la antología Aquellos Años que Soñé (1989), además de una serie de entrevistas, recogidas en forma de libros, con personajes de la cultura y política nuevoleonesa como Raúl Rangel Frías, Alfonso Reyes Aurrecoechea, Saskia Juárez, José P. Saldaña, Israel Cavazos, Aureliano Tapia Méndez, Rómulo Lozano Morales, Emeterio “Tello” Mantecón, Horacio Alvarado Ortíz, Máximo de León Garza, Raúl Escamilla y Méntor Tijerina.

Cronista de Sabinas Hidalgo desde 1983 y organizador del archivo histórico de tal municipio, Celso Garza Guajardo desarrolló una labor que le ha merecido el reconocimiento. José P. Saldaña lo nombró Cronista de Cronistas. Pero, ¿cuáles son sus intereses? ¿Obsesión por el tiempo? ¿El tiempo pasa y la palabra recuerda? ¿Romántico? ¿Realista? ¿Poeta? ¡¿Poeta?! "

"Todo retrato de un cronista es a lápiz y sobre papel. No requiere más artificios. Papel y lápiz, nada más. Se dibuja con palabras, en la soledad y la duda de no llegar a saber quiénes y cuánto importará lo que en sí está delineando. El cronista se retrata cuando escribe (...) así el yerro mayor de todo cronista es perder el tiempo y no guardarlo en crónicas”.

Celso Garza Guajardo también realizó una intensa labor de promotor cultural. Constantemente impartió cursos, conferencias y seminarios sobre Historia de México, Historia de Nuevo León y temas relacionados con la cultura popular.

Desde 1980 fungió como Director del Centro de Información de Historia Regional de la Universidad Autónoma de Nuevo León, con sede en la Unidad Cultural ex - Hacienda San Pedro, en Zuazua, Nuevo León, espacio tricentenario al que dotó de cierta mística de unidad cultural, particularmente con las ya famosas fiestas de “San Pedro y San Pablo”.

Miembro y ex Presidente de la Sociedad Nuevoleonesa de Historia, Geografía y Estadística, Celso Garza Guajardo formó parte de los cronistas que fundaron en 1987 la Asociación Estatal de Cronistas.

En el año de 1996, del cuarto centenario de Monterrey, Celso Garza Guajardo presidió la Comisión de Historia del Patronato Monterrey 400 encargada de otorgarle sentido histórico a la celebración oficial y sirviendo de nexo con la comunidad a través de convocatorias exhortativas a escribir la historia de los barrios de la ciudad y la misma historia de Monterrey; todo en un esfuerzo que su colega Héctor Jaime Treviño Villarreal lo lleva a definirlo como “un quijote de quiméricas empresas”, mientras que el poeta Margarito Cuéllar, representante de una generación de escritores nacidos en los años cincuenta apoyada por Garza Guajardo, lo describe como “un apóstol de la cultura popular”. A propósito de reconocimientos, Celso Garza Guajardo recibió la Medalla de Acero al Mérito Histórico << Capitán Alonso de León >> en 1984 por parte de la Sociedad Nuevoleonesa de Historia, Geografía y Estadística, así como la Medalla al Mérito Cívico “Estado de Nuevo León” en 1993; además del Premio de Investigación en Ciencias Sociales por la Universidad Autónoma de Nuevo León, en 1983, por su trabajo, que corresponde a su máxima obra y contribución en investigación: En Busca de Catarino Garza.

“Mi abuelo, don Brígido Garza Jiménez, me dijo una vez, poco antes de morir, cuando platicábamos historias de la Revolución Mexicana, que mucho antes de 1910 se había dado un movimiento armado en estos lugares en contra del gobierno del General Porfirio Díaz, al mando de un tal Catarino Garza y que él le había tocado ir a pelear en contra, en el combate de “Las Tortillas”. Inmediatamente le pregunté que si Catarino no fue pariente por lo del apellido, me dijo que era de Texas. Me dijo también que el hombre fue derrotado y que después no se supo más. Esa fue la primera vez que escuché el asunto de Catarino Garza. Y me quedé pensativo. Pasó el tiempo y de vez en cuando el caso de este personaje se hacía más presente en pláticas o en breves líneas en los libros de historia. Cada nueva plática de referencia o línea que a través de los años leía sobre el hecho, aumentaba la inquietud de saber más acerca de este personaje, hasta que un día nos propusimos iniciar la búsqueda de a partir de un nombre: Catarino Garza. Una fecha: 1891. Un personaje involucrado: Ignacio L. Martínez. Dos gobernantes: Bernardo Reyes y Porfirio Díaz; un campo bibliográfico por rastrear: el referente al porfiriato y los antecedentes de la Revolución Mexicana; y una pista bibliográfica perdida: el folleto sobre el tema de don Gabriel Saldívar. Para nuestro criterio, el caso de Catarino Garza estaba poseído por el “Síndrome del aerolito” en la historia, que atrae fuertemente la atención, pero que no se sabe de dónde vino, ni a dónde fue a dar. Si Catarino se asomó a la historia de México tan insólitamente como parece, la historia está obligada a saber su origen y desde qué perspectiva penetró en ella. Por ello nos preguntamos si es necesario que la historia le dé forma y escudriñe su tiempo, su espacio... Creo que sí, y en eso consistía precisamente la búsqueda”.

Celso Garza Guajardo escribía siempre a mano. Nunca a máquina ni mucho menos en computadora. Escribía lo más cómodo posible, a veces sin camisa, la que mejor se colgaba sobre el cuello agarrando una puntita con la boca.

Casado en 1969 con la maestra Teresa de Jesús Acuña González, con dos hijos, Celso Garza Guajardo enseñó a la familia que la vida es un tránsito en el que hay que dar lo mejor. Nunca insistió en acudir a misa todos los domingos, pero mostró en el ejemplo de vivir una vida con los valores cristianos por excelencia: el bien, la verdad y la justicia, la honestidad y el servicio prójimo. Y el amor. Sí, el amor. El amor... constatado todos los días en hechos, como entregar a su compañera todas las mañanas una taza de café y hacer de almorzar a sus hijos; de escucharlos y comprenderlos. El amor vuelto testimonio en esa correspondencia epistolar que sostuvo con su esposa en la época de noviazgo, durante los sesenta, desde donde estaba, Ensenada, Baja California.

27-2-75. Mi linda Golondrina. Reciba todo mi amor. Los anhelos más dulces de una vida mejor, amable, bonita, alentadora para todos nosotros. (Vendré temprano para salir a la tarde) Suyo, Celso. "

"Monterrey, N.L: 10 de marzo de 1988. Querida Hija: Eres una quinceañera, una hermosa señorita con todos los dones naturales de la belleza y la fortuna imaginaria e inagotable de las ilusiones, recibe el cariño de tu madre, donde están los mejores ejemplos que cada uno de nosotros podemos tomar para siempre. Recibe la sonrisa y el afecto de tu hermano Celso José, y de mí, la gratitud infinita por tener la dicha de ser tu padre... la dicha de que seas mi hija, tal cual eres ahora y mañana. Tu padre- amigo. Celso Garza Guajardo”.

Celso Garza Guajardo fue un hombre bueno. De bien. Arraigado a su trabajo y la familia. "

"Hoy somos aprendices de lo sucedido en las luchas que dimos y que no ganamos ni convencimos. De los reveses que da tiempo. Hoy estamos sin reniegos, en el camino amplio de la vida, viendo de frente hacia futuro, cargando con los aciertos y desaciertos, formando parte de una verdad colectiva, más no de una verdad absoluta”.

Celso Garza Guajardo murió el 9 de enero de 2000, a los 56 años de edad. Escribía con brío y madurez. Lo suyo era el amor y la honestidad y la experiencia con que reflexionaba. Lo suyo era el trabajo incansable. Lo suyo era la bondad y la entrega, la humildad, la sencillez y la sensibilidad. Los sentimientos. Lo espiritual.

En su memoria, la unidad cultural universitaria Hacienda San Pedro lleva su nombre y cuenta con un busto de bronce de su efigie elaborado por el escultor Cuauhtémoc Zamudio; el Conaculta publicó una edición de sus “Aromas y sabores de Nuevo León” y la UANL editó de nueva cuenta su gran antología “Aquellos años que soñé”.