Presidente de la SNHGE 1994

Hijo de padre español (Patricio) y de madre mexicana (Guadalupe), nació en la ciudad de México el 27 de julio de 1955, escribió siempre su nombre con los dos apellidos paternos quizá como signo de fidelidad a su padre quien huyó de la persecución franquista durante la guerra civil española. Se avecindó en Monterrey desde 1972 consolidando una red de sólidas amistades. Realizó estudios en el Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey titulándose como Ingeniero Industrial y de Sistemas en 1976, posteriormente obtuvo el título de Licenciado en Ciencias de la Comunicación Social en la Universidad Regiomontana.

A lo largo de su vida manifestó un gran amor hacia la historia y el patrimonio histórico de nuestro país. Así, se aficionó a la arqueología y leyó todos los libros que estuvieron a su alcance sobre este tema. Conoció al promotor cultural Manuel Rodríguez Vizcarra quien se desempeñó como su mentor intelectual. González Quintanilla colaboró en la empresa Vitro, en el Centro Cultural Alfa y más adelante en el Museo de Monterrey donde destacó como diseñador museográfico y promotor educativo.

Siempre fue polifacético y buena parte de su trabajo no puede ser etiquetado dentro de algún ámbito disciplinario específico. Podemos decir que destacó como investigador, museógrafo, guionista, curador de colecciones arqueológicas, catedrático universitario, historiador y expositor prominente de los temas vinculados al México pre mestizo.

El contenido de sus libros cubre la historia de los antiguos mexicanos en particular sobre los códices, aunque también se interesó por la paleontología y por la formación de las montañas de Nuevo León. En el año de 1987 el Archivo General del Estado de Nuevo León recogió sus inquietudes paleontológicas publicándole el trabajo titulado “Hombre, mamuts y el noreste” como número 10 de la colección Cuadernos del Archivo. En dicha obra González Quintanilla habla de la evolución de los elefantes y la forma en que murieron algunos mamuts en México y en Nuevo León, enfatizando los hallazgos relevantes que se han realizado en Nuevo León. Propone rescatar todos los restos que se han localizado a fin de clasificarlos científicamente y ponerlos a disposición del público en espacios museográficos adecuados. El libro está ilustrado con viñetas y dibujos realizadas por los diseñadores gráficos Columba Chapa González y Rafael Muñoz Díaz, contiene también imágenes de osamentas que fueron tomadas por González Quintanilla.

Otro libro significativo en que participó Fernando como autor se publicó en 1990. Se trata del libro “Cien años son un buen principio” y dicho texto constituye el libro conmemorativo del centenario de la Cervecería Cuauhtémoc. A invitación de Eva Gonda de Garza Lagüera, González Quintanilla participó en los trabajos de investigación histórica e iconográfica contribuyendo en la realización de este importante volumen testimonial sobre la historia de la industria regiomontana.

Más adelante, en 1991, bajo el número 60 de la colección Cuadernos del Archivo se publicó el texto titulado “Los códices mexicanos y su contexto”. En dicha obra el autor explica las dificultades con que se realiza la investigación arqueológica en México y el trabajo de rescate de los diversos códigos mexicanos que constituyen una riqueza invaluable, cuando concluye en la página 128: “el que conoce, valora y el que valora, preserva. Así lo señala el ciclo y así habremos de transmitirlo a nuestros hijos, conformando en ellos, un rostro propio que les permita ser auténticos y tener un corazón firme como la roca, capaz de aceptar adversidades, así como placenteras satisfacciones. Esto es lo que nos señala nuestra herencia cultural, que haremos perpetuar, con el corazón endiosado y fluyendo de nuestras bocas los cantos floridos. Entonces, las hojas del códice tendrán sentido y nuestros ancestros reposarán en su seno con el alma encantada. La unión de esfuerzos pronto dará mejores resultados”.

Otro de sus textos memorables es “Montañas de Nuevo León”. Testimonio de sus mares; libro en el que Fernando realizó la investigación histórica, los textos y la guía fotográfica, contribuyendo a la realización de un magnífico volumen publicado en 1992 con un tiraje de 3,000 ejemplares magníficamente editados. El libro reúne textos e imágenes de estos monumentos naturales que hasta entonces no eran suficientemente dimensionados como patrimonio natural por los nuevoleoneses.

Además de intelectual destacó como deportista representando a México en los Juegos Panamericanos en Honduras y dejando huella profunda en numerosos equipos de futbol regiomontano en los que destacó como campeón goleador. Fue un apasionado del deporte, de la docencia universitaria y de su familia a la que involucraba en todas sus incursiones por el territorio norestense en busca de fósiles y otros vestigios del pasado.

Promotor incansable de la cultura y de las raíces mexicanas se unió a su esposa Columba Chapa González con quien procreó cuatro hijos (Columba, Fernando, Ximena y Patricio) que hoy testifican su ejemplo de bondad. Dejó de existir físicamente el 14 de febrero de 1994, a los 39 años de edad, cuando se desempeñaba como presidente de la Sociedad Nuevoleonesa de Historia, Geografía y Estadística. Recordamos con asombro la multitudinaria misa de réquiem celebrada en la Parroquia de Nuestra Señora del Carmen y a sus hijos –de 4, 6, 8 y 10 años de edad- como ángeles custodiando el féretro, impasibles, con la seguridad de quienes han sido formados por el padre con la seguridad de que no lo estaban despidiendo en forma definitiva, sino acompañándolo a otro estadío de la vida. Consientes de qué vida y muerte, son contrarios que se complementan.

Hoy, ellos al igual que nosotros, procedemos a recordarlo a la manera de la Crónica Mexicayótl: “Nunca de perderá, nunca se olvidará, lo que vinieron a hacer… su renombre, su historia, su recuerdo. Así en el porvenir jamás perecerá, jamás se olvidará, siempre lo guardaremos nosotros hijos de ellos, los nietos, hermanos, bisnietos, tataranietos, descendientes, quienes tenemos su sangre y su color, lo vamos a decir, lo vamos a comunicar a quienes todavía vivirán, habrán de nacer…”