Presidente de la SNHGE 1942-1965

Timoteo L. Hernández Garza es uno de los maestros nuevoleoneses más destacados del siglo XX; como educador e historiador realizó su labor con limpieza y honradez ejemplares. Nació en la Hacienda de Santa Fe, una pequeña y alegre población del municipio de Villaldama, Nuevo León, el 27 de junio de 1906; oficialmente registrado el 28 de junio con el nombre de Timoteo Hernández Garza, agregándose después la L, por moda de la época, que según su esposa Esther quería decir Luis; en el hogar formado por sus padres el Sr. Aniceto Hernández Sauceda y María Luisa Garza Flores.

En el encanto de su Hacienda vivió rodeado del cariño inefable de sus padres y de su hermana Lupita, quien murió el 15 de diciembre de 1943, siendo aún muy joven. El matrimonio de Aniceto y María Luisa se realizó en la Hacienda Santa Fe el diez de abril de 1904; llevaron una vida sencilla y modesta, propia de un labrador y una ama de casa; formaron a sus hijos con los mejores valores: como el amor, responsabilidad, solidaridad, respeto y sobre todo con un sólido sentimiento de ternura y gratitud por la patria, principios reforzados por sus abuelos paternos Antonio Hernández y Cresencia Sauceda, originarios de Santa Catarina, Nuevo León y de sus abuelos maternos Timoteo Garza y Rosalía Flores, auténticos hombres de campo.

Como un niño amable y sencillo lo recuerdan sus contemporáneos de la Hacienda, donde recorría descalzo el Camino Real y les decía a sus amiguitos. Hay que ir detrás del primer automóvil que entre a la hacienda para oler el humo, ya que según Timoteo era muy bueno para la salud, ¡el olor a gasolina era único! En su familia vivió en sencillo ambiente campirano.

Terminó su educación primaria en la cabecera municipal, en la Escuela Superior para Niños, realizó más tarde los estudios comerciales en la ciudad de Monterrey, donde también cursó la carrera de maestro de Educación Primaria en la Escuela Normal del Estado, que en 1924 se llamaba Escuela Normal para Profesores de Instrucción Primaria, el Director era el Profr. Plinio Daniel Ordóñez González. Concluyó los estudios en 1926, siendo Director el Profr. Celso Flores Zamora y con el apoyo de la sabia orientación de sus maestros Celso Flores Zamora, Juan Cadena, Pedro M. Martínez y Eliseo Villarreal, así como en lo económico, de sus parientes don Eusebio Garza Flores, tío del joven Timoteo y sus primos hermanos, Guadalupe y Venancio Santos Garza, quienes trabajaban la tierra y al levantar la cosecha le enviaban el poco dinero que podían.

Actividad docente

Su profundo amor a los niños, su pedagogía localista, nacionalista, práctica y activa permitió formar a los alumnos con libertad e iniciativa propia. La vida magisterial la inició en 1922, como ayudante en el Colegio Preparatorio de Monterrey.

El profesor Timo, como cariñosamente se le conocía, fue un hombre modesto por la formación que le dieron sus padres y por el ejemplo de sus profesores villaldamenses, entre otros don Mariano C. Santos Santos, gran maestro consagrado a la educación de su pueblo, preocupado por la preparación de su estudiante predilecto y a quien apoyó para que estudiara en Monterrey en la Escuela Normal, donde tuvo compañeros como Luis Arreola Muñoz, Alejo Espinosa, José Quiroga, Eugenio V. Villarreal, Mario Alberto Cavazos Leal y Ramón Velásquez entre otros. El maestro Timoteo tuvo que vivir en la ciudad con los apuros económicos propios de una familia campesina; para sostener los estudios normalistas escribió artículos en un periódico de Monterrey, en donde percibía $5.00 por mes, con los cuales pagaba la casa de asistencia donde vivía.

Con gran vocación por el magisterio inició el camino hacia la enseñanza de sus alumnos, pronto demostró el apego al cumplimiento del deber, su responsabilidad y amor a los niños, con carácter firme, pero a la vez amable y servicial, le permitieron ganarse su cariño, respeto y estimación de los compañeros, de padres de familia y autoridades educativas. Así laboró en la Escuela Primaria Miguel F. Martínez, de 1922 a 1924, en la Gabino Barreda Flores como ayudante de 1924 a 1925 y de 1926 a 1928 trabajó en la Escuela Primaria Nocturna de esta ciudad, así como en el Colegio Círculo Mercantil Mutualista.

Su esmerado empeño en la actividad docente fue reconocido en muchas ocasiones por el cuerpo de inspectores y autoridades educativas. De 1932 a 1945 fue Inspector Escolar en varios planteles educativos, donde siempre sus reflexiones y sugerencias fueron precisas y claras en afán de una verdadera educación permanente.

Paralelamente a su vida magisterial dio asesoría a diferentes colegios e institutos dedicados al ramo de la educación, como el Colegio Panamericano, cuyo dueño era Mr. Arpee, donde laboró 11 años, brindando siempre su apoyo y consejo, así como en el Colegio Excélsior y Labastida entre otros.

El maestro Timoteo en su afán por educar alargaba su tiempo y brindó asesoría en la ciudad de Guadalajara, Jalisco, donde fundó la Escuela de Administración y Comercio de Occidente. En Monterrey, en las calles de Juárez y del 5 de Mayo, fue maestro y director fundador de la Escuela de Comercio y Administración de Monterrey, junto al eminente maestro Humberto Ramos Lozano.

Don Timoteo colaboró en diferentes instituciones de educación superior en un ambiente democrático, con fraternal y respetuosa relación entre maestros y alumnos; fue catedrático de la Academia de Comercio Gral. Zaragoza de 1946 a 1967; maestro de la Academia de Comercio y Administración de Monterrey, donde fue su director de 1958 a 1961; asimismo, fue catedrático de la Escuela Normal Excélsior y maestro de pedagogía de la Escuela Normal Miguel F. Martínez Pérez en 1954.

Líder magisterial

En el profesor Timoteo encontramos un paralelismo dinámico entre el maestro y el hombre líder; se distinguió como dirigente magisterial en la Sección 43 hoy Sección 50 de maestros, de 1946 a 1949, donde se esforzó por alcanzar mejores prestaciones y salarios. Otra faceta que cultivó el maestro Hernández fue la actividad política en la cual ocupó puestos de Regidor, Oficial Mayor y Secretario del Ayuntamiento de Monterrey, de 1937 a 1938; combinó siempre, como buen hombre comprometido, su labor docente con la política. El maestro originario del municipio de Villaldama llegó a ser muy conocido en los ámbitos políticos y sociales.

En todos los cargos que ocupó dejó una profunda huella y su aportación al quehacer pedagógico fue extensa y generosa. Tal magnificencia por el deber y la responsabilidad la demostró al trabajar como Presidente de la Comisión de Escalafón de 1945 a 1949; como Secretario de la Dirección General de Educación de 1949 a 1956; de junio a septiembre de 1956 como Director General de Educación del Estado; de 1956 a 1958 fungió como Inspector Escolar del Tercer Distrito Escolar de Monterrey. Su máxima realización fue la de ser Director General de Educación Pública del Estado de 1961 a 1967 durante el gobierno del Lic. Eduardo Livas Villarreal; así como Director de la Escuela Normal Superior del Estado de 1969 a 1972. Desde 1967 fue Director del Departamento de Comercio del Colegio Panamericano, así mismo miembro del Instituto de Ciencias de la Educación, dependiente de la Dirección General de Educación, de 1971 a 1973.

Muchas son las conferencias y discursos pronunciados a lo largo de su vida profesional que formaron parte importante de su legado a los maestros. Hombre de bien, vertical, íntegro y congruente con su pensamiento. Además de sus estudios normalistas fue un autodidacta consumado que amasó una vasta cultura universal, disfrutó de los progresos de la ciencia y las técnicas pedagógicas que le brindaron un caudal de conocimientos aunados a su experiencia, acrecentando su herencia cultural que entregó a los compañeros maestros en bien del progreso educativo, proporcionándole una singular autoridad moral, reconocida y recordada en el gremio magisterial.

Aportación bibliográfica

Su afán de superación profesional lo obligaba a proponerse metas cada vez más altas; el amor al estudio y la investigación por la historia y la geografía le permitieron la publicación de obras didácticas que constituyen un verdadero tesoro para el magisterio como: Geografía del Municipio de Monterrey, Geografía del Estado de Nuevo León, Relación Histórica sobre el Origen de las Cabeceras Municipales de Nuevo León, Lecciones de Historia de América para el 5º año de Enseñanza Primaria, Biografía del Padre Hidalgo, Breve Historia de Nuevo León y folletos de la Celebración del Año de Juárez 1972; colaboró en periódicos y revistas especialmente en temas históricos.

Como afirma el filósofo Séneca “Para el hombre ocupado no hay día largo”, no sabemos a qué hora descansaba. Timoteo se distinguió como historiador, al realizar una labor de gran trascendencia cuando fundó el 17 de mayo de 1942 la Sociedad Nuevoleonesa de Historia, Geografía y Estadística A.C. De la misma manera fue una experiencia muy significativa dirigir la Sociedad durante 23 años de 1942 a 1965; por su entrega incansable como Investigador de Historia y Geografía recibió la Medalla Capitán Alonso de León al Mérito Histórico, en 1976, que le otorgó la misma Sociedad Nuevoleonesa de Historia, Geografía y Estadística, en la cual se le recuerda con cariño, respeto y admiración porque logró mantenerla en tiempos arduos.

Reconocimientos

En vida recibió muchas distinciones de diferentes instituciones por su desempeño como figura central en el ejercicio de la enseñanza y en la administración educativa de nuestro estado.

Para el profesor Timoteo su mayor satisfacción fue el recibir la Medalla Ignacio Manuel Altamirano Basilio, otorgada por la Secretaría de Educación Pública el 15 de mayo de 1973, en la Ciudad de Guadalajara, Jalisco, en reconocimiento de su trabajo como maestro por 50 años en el ejercicio de su profesión.

Su labor fue fecunda y entusiasta, para los profesores era común ver al maestro Timoteo llegar a una escuela a las siete de la mañana para enterarse personalmente cómo estaba funcionando. Con una vocación similar atendía los asuntos desde muy temprano, era firme, justo, comprensivo y con evidente sensibilidad humana; resolvía problemas no sólo de índole docente sino de falta de recursos económicos, de orden familiar, así como sociales y de salud de los campesinos, a quienes ayudó con servicios médicos en el Hospital Universitario.

Apoyó sin límite y rectitud a los maestros necesitados; aportaba las soluciones tenía un gran sentido común. Siempre tuvo presente el haber vivido una niñez con los apuros de las familias pobres. Con generosa gratitud una servidora lo tiene presente por ser un sembrador de destinos mágicos, al darme una beca para estudiar, pagar mi asistencia en la casa de la familia Buentello Fernández y obsequiarme los libros y útiles escolares durante el primer año de la Escuela Normal Ing. Miguel F. Martínez; la condición era mostrarle cada mes las buenas calificaciones y con cariño decía Hay que mejorar este nueve por un diez. Don Timoteo y su esposa Esther crearon la Librería del Maestro, en 1950 donde sin interrupciones proporcionaban los libros a los profesores mediante un moderado descuento en el salario quincenal.

El maestro dentro de sus múltiples actividades siempre visitó su hermosa Hacienda de Santa Fe, lugar de su origen y de sublime amor por su noble madre, doña María Luisa, tía de don Venancio Santos Garza, padre de una servidora, a quien se le impuso el nombre de María Luisa para perpetuar la memoria de tan ilustre matrona, quien falleció el dos de octubre de 1942.

Vivió junto a su amada esposa 46 años. Formaron un hogar, refugio de paz, donde todo arrebato se calmaba ante la presencia bella y culta de Esthercita, quien le inspiró un gran amor. Se casaron el cuatro de junio de 1938. Al lado de la madrina Esther, el maestro Timoteo llevó una vida tranquila, sin complicaciones; a pesar de no tener descendencia, los acompañó el amor, el respeto, la solidaridad, siempre impulsado por el apoyo moral de su compañera y esposa, quien falleció en diciembre 27 del 2003.

El profesor Timoteo fue objeto de muchos reconocimientos y homenajes póstumos, como el que realizó conjuntamente la Secretaría de Educación, la Sección 50 de Maestros, la Escuela Normal Superior del Estado y la Sociedad Nuevoleonesa de Historia, Geografía y Estadística el 27 de junio de 1986 con motivo del 80 aniversario de su natalicio: la Escuela Normal Superior del Estado lo honró al imponer su nombre a la Sala de Cultura. Asimismo, el Sindicato de la Sección 50 de Maestros hizo lo propio al llevar su auditorio el nombre de nuestro distinguido maestro. También se le recuerda en una escuela secundaria de Guadalupe que ostenta su nombre, otra secundaria en San Nicolás de los Garza y una primaria en Monterrey, así como un Jardín de Niños en San Pedro Garza García. En su pueblo natal Villaldama, el Museo de la Cabecera Municipal y una calle de su inolvidable Hacienda de Santa Fe ostentan orgullosas el nombre del maestro, que logró la más alta jerarquía en el campo de la educación.

En el municipio de Villaldama se instituyó por acuerdo del R. Ayuntamiento, el 26 de febrero del 2001, la Medalla al Mérito Docente Profr. Timoteo L. Hernández Garza, que se otorga a los maestros en activo.

El distinguido villaldamense vivió en forma modesta, con respeto y dignidad, valores inherentes al hombre y al maestro, de una sola pieza, siempre responsable, puntual, digno, acorde con sus ideales y convicciones. Con infinito amor cívico por los símbolos patrios, inculcados por sus padres y reforzados por sus grandes maestros, podemos decir hoy, y a la distancia en el tiempo, que el conocimiento y el amor por la patria que inculcara el maestro Timoteo durante los tiernos años de la infancia a sus alumnos poco ha cambiado. Su sentimiento por Nuevo León y México lo demuestra en su Promesa Estudiantil, repetida en las ceremonias cívicas por los estudiantes de las escuelas primarias y secundarias de nuestro estado.

Promesa estudiantil

" Con los pies firmemente posados sobre la tierra
con la mirada puesta en el lejano horizonte de la patria,
con la mano puesta sobre el corazón,
musitemos fervorosamente la siguiente promesa:

“Somos mexicanos, somos nuevoleoneses,
por los sacrificios que hicieron nuestros mayores,
por la vida de nuestros héroes ofrendada en el altar de la patria,
prometemos ser siempre dignos y grandes,
conservar la herencia de honor; de valor y
de progreso que nos legaron las generaciones pasadas.
Prometemos así mismo, dar nuestra vida en defensa de
México y de Nuevo León cuando la patria nos llame.
Prometemos por último, ser siempre muy
mexicanos y muy nuevoleoneses”.

Su espíritu forjado para servir como lo hizo siempre a estirones de voluntad, de esfuerzo y constancia fortalecidos por su vocación, se ha prolongado y será un paradigma por largos años a las nuevas generaciones.

Después de una prolongada y penosa enfermedad, el corazón le arrebató la existencia el 15 de julio de 1984; sus restos descansan en el panteón Dolores de la ciudad de Monterrey. La desaparición física del profesor Timoteo puso de luto al magisterio estatal. Sin embargo, la memoria que es el perfume del alma, hace para cada hombre, para cada mujer, el recuerdo de su vida una obra de arte; así lo recordamos al maestro, como un ser irrepetible.

La muerte lo arrebató de la familia humana pero su nombre ha de vivir en tanto haya un maestro nuevoleonés, el derecho se impuso a la Historia donde se acaba el hombre, la inmortalidad empieza cuando se ha forjado con trabajo, respeto y servicio a cientos de personas que se han visto transformadas gracias a su transcurrir por la vida. A una fama de este tipo, sin importar que sea local y nacional, se le llama gloria.

¡Gracias, maestro Timoteo!, por haber regalado tu esfuerzo a tantas causas justas, históricas y nobles, la historia y nuestro estado se van forjando por las páginas que agregan a nuestro pasado hombres como tú.