Presidente de la SNHGE 1977-1978

Nació en la ciudad de San Luis Potosí, el 25 de septiembre de 1916. Fue hijo de Tarso Reyes, pastor de la iglesia metodista y Asunción Aurrecoechea de Reyes, mujer de amplia sabiduría y madre de ocho hijos que quedó viuda antes de nacer la última de sus hijas. Vivió en un hogar en el que se privilegiaba la dignidad y el respeto a los demás. Aprendió de su madre que el trabajo es la única manera de forjar al individuo.

Hizo sus primeros estudios en el Instituto Laurens de la ciudad de Monterrey. Ingresó a la Escuela Normal “Miguel F. Martínez”, en donde obtuvo el título de profesor en 1938. Aprendió dibujo con el maestro escultor Antonio Decanini.

Inició su carrera como catedrático en el mismo Instituto. Sus discípulos de esa época aún conservan los dibujos a lápiz que en el recreo les hacía con gran facilidad y era gusto de los chiquillos permanecer quietos para el dibujo. Uno de esos chiquillos era el ilustre Gabriel Zaid, poeta y ensayista, miembro del Colegio Nacional, quien hace unos años comentaba que siempre conservó ese dibujo debajo del vidrio de su escritorio.

En la Universidad de Nuevo León fue maestro de Dibujo al natural, Dibujo geométrico, Modelado, Modelado anatómico, Historia del arte y Literatura mexicana. En la Escuela Nocturna de Bachilleres, en la Escuela Industrial Álvaro Obregón, en la Facultad de Ciencias Biológicas, en el Instituto de Investigaciones Científicas, la Facultad de Agronomía y la Facultad de Arquitectura.

Fue jefe de la Sección de Artes Plásticas del Departamento de Acción Social Universitaria en 1948 y fundador de la Escuela de Artes Plásticas, que comenzó sus actividades después de que los cursos de pintura iniciados por Ignacio Martínez Rendón en 1945 dejaron de ofrecerse, tras la muerte del pintor en 1947. Fue un destacado colaborador en la Sección de Artes Plásticas de la Escuela de Verano de la Universidad en sus primeras anualidades.

Recuerdo las diapositivas que mi padre guardaba ordenadamente y que utilizaba para dar sus clases de Historia del arte, o en las pláticas a las que constantemente era invitado en diversas partes y escuelas. Esas diapositivas las proyectaba en la pantalla para que el alumno o el escucha pudieran apreciar en forma visual la pintura a la que él estaba refiriéndose. Era una delicia escuchar los detalles que advertía y que enseñaba para mostrar las diferentes técnicas utilizadas en los cuadros que había seleccionado para ilustrar su clase o plática.

Los artículos que publicó como crítico de arte mostraron su cultura pictórica; algunos de ellos fueron seleccionados por el Dr. Víctor Barrera actual director de Armas y Letras, en su libro Renovada compañía. Antología de Armas y Letras (1944-1957) publicado en 2009; en el prólogo el Dr. Barrera dice « El criterio de la selección se funda en el intento de mostrar y rescatar la rica tradición crítica y creativa que subyace en la revista. Y al hacerlo aspiramos a renovar la compañía de estos autores indispensables para nuestra cultura, afirmando su contemporaneidad ». La selección consta de 26 artículos entre los que destacan autores como Don Alfonso Reyes, Raúl Rangel Frías, Octavio Paz, Rafael Heliodoro Valle, y dos de los artículos son de Alfonso Reyes Aurrecoechea en los que escribe sobre Alfredo Ramos Martínez y el otro sobre quien fue su maestro de dibujo: Antonio Decanini.

Eran muy pocos los que se atrevían a hacer crítica de arte, en Nuevo León. El Lic. Alfonso Rangel Guerra así lo expresa « era el único fuera de la Ciudad de México que practicaba ese difícil trabajo analítico ». En su libro póstumo La mirada Crítica, que la Universidad acaba de reimprimir (2012), podemos apreciar cómo en sus artículos, va preparando el ambiente para la creación de la escuela de Artes Plásticas de la Universidad de Nuevo León, en uno de ellos la perfila como finalmente se estructuró. Esos artículos los publica como asiduo colaborador –desde sus inicios– de la revista Armas y Letras de la Universidad de Nuevo León, donde escribió estos ensayos sobre el arte contemporáneo.

Fue promotor del arte, si, pero también promovió a los artistas de la plástica. Muchos de ellos nos cuentan a nosotros, sus hijos, cómo llegaron a él y cómo no sólo les enseñó, sino en muchas ocasiones los apoyó, con su humanismo y bonhomía, su gran generosidad.

Entre ellos se encuentran Gerardo Cantú, quien refiere en el libro Nuestro arte publicado por la Universidad Autónoma de Nuevo León en el que dice: « …ya había hecho un mural en la secundaria número uno. Luego fue este maestro –Humberto Ramos Lozano– quien lo llevó a la Universidad y dirigiéndose a Alfonso Reyes Aurrecoechea, le dijo: Oye Poncho aquí te traigo a este muchacho. A ver qué haces con él. Parece que le gusta dibujar ».

Otros jóvenes fueron Guillermo Ceniceros, Guadalupe Ramírez, Armando López, Ignacio Ortiz, quienes destacaron en la pintura; Cuauhtémoc Zamudio y Mario Fuentes, en la escultura. Horacio Salazar, José Ángel Rendón como ensayistas y poetas. Todos ellos tuvieron un lugar de trabajo en las ediciones de Vida Universitaria. Nuestro Estado se orgullece de ellos, pues llevaron su arte a la nación. Su obra hoy todavía está a la venta en las galerías; su producción literaria publicada; la ciudad luce sus obras en las plazas públicas; en la pinacoteca del estado se atesoran como el talento para ser conservado.

Bajo su protección se recibió el primer Biólogo egresado de la Universidad de Nuevo León, a quien enseñó y dio trabajo en su taller de dibujo y lo ayudó para sostenerse en los primeros años de estudio: Jesús Nagao Guzmán.

Fue secretario general del Patronato Universitario de Nuevo León, de 1952 a 1960. También fue director entre los años 1951 y 1959, de Vida Universitaria, semanario auspiciado por el mismo patronato.

Estos años fueron los de mi niñez y mis recuerdos de aquella época. Verlo detrás de un escritorio en su oficina o corrigiendo las galeras al lado del hombre del linotipo o del formador de tipos, en la imprenta Sistemas y Servicios Técnicos donde se imprimía el periódico Vida Universitaria. Allí pasaba noches enteras al pendiente de que la edición saliera a tiempo y sin errores, sobre todo cuando era una edición de aniversario, la que siempre llevaba muchas más páginas que las de costumbre. En esta época tenemos que recordar que escribían gente de la talla de Don Alfonso Reyes, Alí Chumacero, Pedro Garfias y el periódico tenía una circulación en el mundo. Recuerdo que veía cartas de las hemerotecas de las Universidades de China mandando acuse de recibo de la recepción de Vida Universitaria.

Mi padre trabajaba mucho y tenía ocupaciones diversas, todas dentro del humanismo universitario. Llegaba a casa y seguía dibujando en su estudio los títulos universitarios o estaba dibujando algún retrato de los que hemos visto aquí ilustrando la historia. Tenía ese especial don para el dibujo y era tal la pasión que siempre disfrutaba dibujar, era perfeccionista, por eso en sus retratos, parecía que el sujeto del dibujo iba a empezar a hablar. Don Alfredo Gracia Vicente (qepd) decía « …lo que hacía su Papá era hiperrealismo, la realidad perfeccionada ». Fue admirador de Velásquez, como un pintor maestro del manejo de la luz y admiró a Miguel Ángel en la escultura. Una anécdota que era su predilección contarla era cuando Miguel Ángel ve terminada la escultura del Moisés –una obra maestra– le da un golpe diciéndole ¡habla perro!

En 1954 fue profesor huésped en la Universidad Central de La Habana y en la Universidad de Oriente en Santiago de Cuba, en donde dictó un ciclo de conferencias sobre pintura mexicana contemporánea.

En 1958 obtuvo el segundo lugar en los XXV Juegos Florales de la Feria de San Marcos, en Aguascalientes, con el ensayo Saturnino Herrán: un gran pintor de Aguascalientes. En 1958 llevó a cabo la exposición: Rostros de Monterrey en el Vestíbulo del Aula Magna de la Universidad, que se constituyó en la galería de maestros universitarios y destacados promotores de la cultura nuevoleonesa.

Autor de bajorrelieves y esculturas en bronce de –entre otros–, el de José Martí, que se encuentra en Monterrey en el obelisco dedicado a la memoria del patriota cubano; el de José Eleuterio González y el de Moisés Sáenz, que están en el vestíbulo de la Cámara de Diputados de Nuevo León y la Escuela Normal Superior del Estado respectivamente. Nosotros de niños lo veíamos hacer estos trabajos en casa, en su estudio.

Hizo los bustos de José Silvestre Aramberri, que actualmente está en la plaza principal del municipio del mismo nombre. El de Alfonso Reyes que se colocó en la Sala del Cabildo del Palacio Municipal de Monterrey en 1989 recordando al Regiomontano Universal.

También fue colaborador desde la concepción del proyecto del Salón de la fama del Béisbol de la Sociedad Cuauhtémoc y Famosa, para la que hizo los bajorrelieves de las caras de los jugadores regios más destacados, en la primera etapa de su fundación.

También es de su autoría el busto de Guadalupe Victoria, que se encuentra en la plaza pública del municipio de Salinas Victoria. Diseñó algunas de las medallas conmemorativas para la Sociedad Numismática de Monterrey ─a la que también perteneció como miembro activo─ y recibió siempre el reconocimiento del la Casa de Moneda por la maestría de los dibujos y esquemas de las monedas, que facilitaban la acuñación y el registro perfecto. A su muerte la Sociedad acuñó una medalla dedicada a él.

Fue miembro de la Sociedad Nuevoleonesa de Historia Geografía y Estadística, y fungió como presidente de la misma en el período de 1977-1978.

Fue director de Prensa y Propaganda del Gobierno del Estado durante el gobierno del Lic. Eduardo Livas Villarreal de 1961 a 1967. Colaboró en los diarios El Porvenir, el Diario de Monterrey, y el periódico El Nacional, de la ciudad de México, así como de la revista semanal Tiempo de la ciudad de México.

Fundó en 1967 la Editorial « Alfonso Reyes » que auspició la publicación de libros y revistas de cultura, como Memorias de un espejo de José Alvarado. Publicó el primer estudio antropológico sobre el Niño Fidencio de Fernando Garza Quiroz, por nombrar algunos.

La Editorial fue también un taller en el que se enseñaron muchos periodistas y comunicadores noveles de aquellos años.

Los ensayos publicados de su autoría fueron: Francisco M. Zertuche, (1966); Orozco. Una voz mexicana de categoría universal, (1967); Efemérides nuevoleonesas, (1978); Mi amigo Pedro Garfias, (1990), y La mirada crítica (1993), obra a la que nos referimos anteriormente.

En 1990, el Gobierno de Nuevo León le otorgó el Reconocimiento Público al Mérito Cívico, Presea “Estado de Nuevo León”, por su actividad en el arte. La Sociedad Nuevoleonesa de Historia y Geografía, le otorgó la Medalla de Acero al Mérito Histórico « Capitán Alonso de León » en 1991. El municipio de Monterrey lo condecoró con la Medalla Diego de Montemayor.

Falleció el 11 de agosto de 1991 en Monterrey y sus restos fueron velados en el Aula Magna de la Universidad Autónoma de Nuevo León. Actualmente varias escuelas del estado llevan su nombre, así como una avenida del municipio de Escobedo, Nuevo León.

Alfonso Reyes Aurrecoechea, fue pilar en el desarrollo de la cultura y del arte en esta gran comunidad nuevoleonesa, creyó en toda una generación de jóvenes que se abrieron paso bajo la protección del humanismo universitario de hombres como él.

Al final del día, siempre fue un padre dedicado, un gran maestro que predicó siempre con el ejemplo. Amoroso esposo. Acogió como propios a los primos que crecieron con nosotros. Siempre estaba dispuesto a ayudar al vecino, al amigo, a quitarse la camisa para quien la necesitara más que él. Cuando la familia creció por el casamiento de sus hijos e hijas, recogió con creces el cariño que le brindaron sus yernos y nueras, siempre respetuoso de otras enseñanzas.

A nosotros nos enseñó a vivir en el respeto a sí mismo y hacia los demás. Dejó en sus hijos y en quienes lo conocieron y vivieron cerca de él una herencia de sabiduría y la sensibilidad para la apreciación de cualquier manifestación de la cultura y el arte.

Ya liberado del compromiso del trabajo diario, gozaba con los nietos al enseñarlos a dibujar, a hacer pelotas de hilo, a volar los papalotes que el mismo hacía, a andar en bicicleta, también a gozar de sus travesuras. Fue un abuelo cariñoso y muy querido, un gran consentidor.

Recientemente la Universidad Autónoma de Nuevo León, develó una escultura en el patio escultórico de la Facultad de Artes Visuales, Escultura que fue realizada por el escultor Mario Fuentes (qepd), quien fue maestro distinguido de la misma escuela.